martes, 25 de junio de 2013

Diario de una viuda enamorada - Día 4

Hola vida,

Sé que cuando te hablo oyes mi llamada y escuchas mis palabras... sé que estás ahí, a pesar de todo...

No puedo parar de pensar en ti, es inevitable. Siempre estás presente, en cada cosa que hago, en que cada pensamiento que tengo... Y como no voy a parar de pensar en ti si está ella... Cada día se parece más a ti... su pelo, sus labios, sus dedos de los pies... sus gestos, e incluso, esa manera pilla de sonreír... El simple hecho de mirarla hace que te tenga presente en cada instante, en cada momento... Es como si en parte, te siguiera teniendo aquí...

Has visto que heredó tu manía ¿verdad?... Así es, igual que tú... Uno piensa que hay manías que se heredan por el hecho de convivir con una persona, o por vérselo hacer a alguien, pero no... hay gestos, manías, que se heredan de nacimiento, que forman parte de la pura genética, que están implícitas en una persona por ser hij@ de... por ser hija tuya... No te puedes ni imaginar la cara que se me quedó cuando vi que lo había heredado... ese gesto tuyo tan característico... esa manera tan peculiar tuya de relajarte... Al principio parecía pura casualidad, pero tú y yo sabemos que las casualidades no existen... Cada vez que lo hace parece que te estoy viendo tumbado en el sofá, o conduciendo... Recuerdas cuando te decía: "Viiiida, que pongas las dos manos en el volante que vas conduciendo", como lo hecho de menos... Ella aún no puede conducir, pero es tu vivo retrato cuando en el sofá, y a modo de relajación, lleva su mano hacia su oreja y sus dedos juguetean con ella... igual que lo hacías tú... cada día se parece más a ti...

Tiene muchas cosas tuyas y me enorgullece pensar que cada día se parecerá más... Así, cuando pasen los años podré decirle eso de: "igualita a tu padre, mi niña"...

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