Por Lucía Rodríguez

Hoy es lunes, un fin de semana más a mis espaldas... Este último ha sido para organizar y limpiar a fondo, que ya necesitaba meterme de lleno con algunas cosas pero, bueno, eso no es lo que les quería contar hoy. La entrada de hoy viene porque no entiendo como es posible que aún no haya dedicado una entrada no a este fin de semana que acaba de pasar sino al anterior. Y no porque no lo merezca, todo lo contrario... Fue un fin de semana duro pero a la vez emotivo, y aunque pueda parecer contradictorio, tranquilo a la par que divertido. Tuvimos momentos para recordar un momento auténtico y a una persona auténtica... A ratos reímos y a ratos lloramos... Pero sobre todo hubo mucho cariño y mucha comprensión... Momentos de sentirse como en casa, a pesar de no estarlo... Incluso, momentos para conocer historias nuevas... Historias que se te quedan grabadas por lo anecdótico de sus personajes, por ese toque trágico que poseen pero sin llegar al drama, por esas expresiones "tan nuestras" que surgen en su relato... Historias que sólo saben contar algunos, pues se necesita de una agudeza mental diferente, propia de "los grandes"... Historias que se quedarán para la posteridad, que pasarán de generación en generación para que los futuros "ellael" y "elella" sepan que forman parte de algo importante, de algo original...

Así que mi entrada de hoy va por ese fin de semana... por "mis cinco fantásticos", que me acompañaron e hicieron que ese fin de semana fuese diferente, especial...  por el narrador de esa fantástica historia, porque solo él posee la capacidad de contar las cosas de esa manera tan increíble... y por la protagonista de la historia, por Lucía Rodríguez...

Perdón, pero los que me acompañaron ese "finde" entienden de lo que hablo ;-)... Si publico el libro, prometo contar la historia con pelos y señales, mientras tanto, permítanme que la conserve en el anonimato... 

Feliz comienzo de semana!